Es decir, la rehabilitación energética es un proceso integral cuyo objetivo principal es mejorar las condiciones de eficiencia energética de un edificio. Este proceso se desglosa de la siguiente manera:
La rehabilitación energética implica una serie de intervenciones estructurales, tecnológicas y operativas en un edificio existente. Estas mejoras no se limitan únicamente a reparar lo que está dañado, sino que buscan optimizar el rendimiento del edificio en términos de energía. Esto puede incluir la modernización de las instalaciones, la mejora de los materiales de construcción o la implementación de sistemas más eficientes.
El núcleo de la rehabilitación energética es la eficiencia energética. Esto significa que el edificio necesita menos energía para funcionar y satisfacer las mismas necesidades que antes. Por ejemplo, se puede reducir el consumo de calefacción en invierno y refrigeración en verano mediante mejoras en el aislamiento térmico, la instalación de ventanas de doble acristalamiento o la implementación de sistemas de energía renovable (como paneles solares o sistemas de calefacción geotérmica). Estas acciones permiten que el edificio mantenga mejor la temperatura interior sin necesidad de gastar tanta energía.
Un objetivo clave de la rehabilitación energética es aumentar el confort de los ocupantes del edificio. Al mejorar la eficiencia energética, se garantiza que la temperatura sea más estable y agradable, reduciendo corrientes de aire, filtraciones o zonas de frío o calor excesivo. Además, mejoras en la ventilación, la iluminación natural y la insonorización también contribuyen al confort general del inmueble.
Si bien el foco principal está en la energía, la rehabilitación de un edificio también suele abordar cuestiones de accesibilidad. Esto significa que, durante el proceso, se busca hacer que el edificio sea más accesible para todas las personas, incluidas aquellas con movilidad reducida o discapacidades. Esto puede implicar la instalación de rampas, ascensores o mejoras en los baños y pasillos. La accesibilidad forma parte de una visión global de sostenibilidad, asegurando que los espacios sean más inclusivos.
Un aspecto fundamental de la rehabilitación energética es su impacto positivo en el medio ambiente. Al reducir el consumo de energía, también disminuye la demanda de fuentes energéticas tradicionales como el gas o el carbón, lo que se traduce en una menor emisión de gases de efecto invernadero. A largo plazo, esto contribuye a la lucha contra el cambio climático y promueve un uso más responsable y sostenible de los recursos. Además, la reducción de la energía necesaria también genera un ahorro económico en las facturas de los usuarios, haciendo que las inversiones en rehabilitación sean rentables con el tiempo.
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